Todos, en algún momento, debemos desactivar nuestros propios mecanismos represivos, para poder gozar de esa libertad que tanto ansiamos. A diferencia de las generaciones anteriores a los '80 que sufrieron esa modorra morbosa impuesta en épocas de dictaduras, impiden que la libertad de pensamiento y acción, aún hoy, no dejen de constituirse en actividades delictivas. En la actualidad los individuos que intentan emprender el vuelo de su vida, lo hacen alejándose de los paternalismos sin miedos a la libertad.
Pero vos, cuando decidís emprender a volar por tu cuenta, a tener tu propia autonomía de vuelo… te das cuenta que tenes que tener un permiso de vuelo, (que es otorgado por la sociedad y que dicho en lenguaje común, te permite hacer algunas actividades limitadas, restringiendo tu libertad a ciertas pautas establecidas… Es molesto ver la incertidumbre y el terror apoderándose de los individuos, haciendo de ellos seres que reaccionan por instinto, por acostumbramiento, vacíos de cuestionamientos y desafíos, desprovistos de alternativas de vida, empequeñecidos por los distintos factores de poder.
Por ende, al momento de despegar, es lógico que vacilemos a entregarnos a un mundo que nos plantea la orientación y el significado de la vida. Es decir, vos recorres tu camino pero no sabes porque. Volas porque te dejan, pero lo haces en vuelo errante sin poder avistar destino. Y esto es, porque todo el mundo sabe que es lo mejor para vos. Y esto, como quien dice, implica cortarte las alas. y Chau vuelo, a devolver el permiso de vuelo.
